Los años siguientes han sido para mí un poco sufrientes, pues e ido de sorpresa en sorpresa escuchando sus modernas “instrucciones que superan las de sus maestros”. Que mal me sentía cuando todos aplaudían la nueva spoon revolution y yo no podía seguirlos, por el contrario, me mantenía asustada y preocupada por estos cambios tan brutales, nada entendibles para la conservadora tradición que yo estaba aprendiendo de Srila Prabhupada. Swami Paramadvaiti me infundía temor y desagrado (qué sentimientos tan controversiales de una discípula para su maestro). Es que luego de estar acostumbrada a una etiqueta vaisnava más o menos establecida, no me resultó nada lindo el empezar a verlo abrazar a sus discípulas. Obviamente, fui atacada por los liberales por mis “bobos sentimientos y falta de pureza. E madre, no somos estos cuerpos, etc”, así que preferí callar la boca. Pero cuando vi al swami embarrando los rostros de las madres, jóvenes y adultas… Me fue inevitable ver en esos gestos, su espíritu “explotador, posesivo, dominante, marcándoles sus rostros a esas madres como si fueran de su propiedad…”, eso es verdad. Y ellas aceptando así no quisieran, porque era la voz del guru, el deseo del guru que tenía que ser complacido. Tal como un niño caprichoso que para que no llore, hay que dejar que rompa los huevos en la cabeza de uno. O tal como Calígula… Cuando en una cena se sube sobre la mesa larga y pronuncia su discurso, pateando los platos y escupiendo en el rostro de sus patricios, todos están atónitos. Quién podía detenerlo? Nadie, por que era Calígula, el emperador, Dios.
Karuna
Ver más:
http://eltamborrugiente.blogspot.com/2011/02/oxigeno-para-paramadvaiti.html
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Es Kaly Yuga.
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