jueves, 10 de marzo de 2011

El espíritu de Paramadvaiti

Es brillante para muchas personas, él ha sabido hacerse de carisma para tener muchos seguidores. Pero así como es aceptado por unos, no lo es por otros. Cada uno tiene su propia apreciación con respecto a él. Por ejemplo, para mi tía abuela (que en paz descanse), Swami Paramadvaiti era todo un hacendado (terrateniente, latifundista), no le agradaba su gordura, su sombrero ni su “mirar alemán”, y lo que menos le agradaba era “sentir” que a todos nos trataba de sirvientes, y que a “él le gustaba ser servido”. Y no le faltaba razón a mi tía, todo lo que Swami Paramadvaiti pedía, era complacido al tiro. No solo cuando se trataba de una fruta, sino hasta una computadora o una cámara fotográfica, etc… y si no… bueno, ahí no se. Yo traté muchas veces de cambiarle esas ideas a mi abuela, explicándole la filosofía pero no me fue posible. Sin embargo, a mí tampoco me gustó el swami cuando lo conocí, verlo sentado en un amplio sillón tipo ejecutivo detrás de un escritorio, en el Eco truly, me hizo “mala espina”, pues yo siempre había imaginado a los gurus sentados en el suelo. Qué me hizo llegar a pedirle iniciación a él? Primero,fue mi necesidad de tener una guía que me adentrara más en las enseñanzas de Srila Prabhupada, segundo, no venían mas gurus a Colombia y tercero la amistad por unas madres grihastas muy buena onda que se ganaron mi buena fe. 

Los años siguientes han sido para mí un poco sufrientes, pues e ido de sorpresa en sorpresa escuchando sus modernas “instrucciones que superan las de sus maestros”. Que mal me sentía cuando todos aplaudían la nueva spoon revolution y yo no podía seguirlos, por el contrario, me mantenía asustada y preocupada por estos cambios tan brutales, nada entendibles para la conservadora tradición que yo estaba aprendiendo de Srila Prabhupada. Swami Paramadvaiti me infundía temor y desagrado (qué sentimientos tan controversiales de una discípula para su maestro). Es que luego de estar acostumbrada a una etiqueta vaisnava más o menos establecida, no me resultó nada lindo el empezar a verlo abrazar a sus discípulas. Obviamente, fui atacada por los liberales por mis “bobos sentimientos y falta de pureza. E madre, no somos estos cuerpos, etc”, así que preferí callar la boca. Pero cuando vi al swami embarrando los rostros de las madres, jóvenes y adultas… Me fue inevitable ver en esos gestos, su espíritu “explotador, posesivo, dominante, marcándoles sus rostros a esas madres como si fueran de su propiedad…”, eso es verdad.  Y ellas aceptando así no quisieran, porque era la voz del guru, el deseo del guru que tenía que ser complacido. Tal como un niño caprichoso que para que no llore, hay que dejar que rompa los huevos en la cabeza de uno. O tal como Calígula… Cuando en una cena se sube sobre la mesa larga y pronuncia su discurso, pateando los platos y escupiendo en el rostro de sus patricios, todos están atónitos. Quién podía detenerlo? Nadie, por que era Calígula, el emperador, Dios.

Karuna

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http://eltamborrugiente.blogspot.com/2011/02/oxigeno-para-paramadvaiti.html

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